El examen de mañana es el que mejor se me da, el que mejor desarrollo, sin embargo tengo miedo. Así, tengo miedo, un miedo simple que no alcanzo a comprender. Miedo de no hacerlo bien, de volver a fallar. No sé qué hago escribiendo, por eso, esta noche precisamente, no sé por qué no cojo los cuadernos y vuelvo a repasar. Repaso:
- Análisis dimensional, funciones y cinemática: nada que repasar.
- M.C.U. y M.C.U.V: necesito estudiarlo de verdad, no recuerdo nada. En blanco.
- ...
¿Estoy condenado acaso a escribir siempre lo mismo?
Esta noche una maldita desidia, que desde hace unos días se internó en mi corazón, quiere matarme, a mí y a todos mis sueños, hasta a ti.
Levanto un poco la mirada, mira cómo se consumen esas dos velas.
Hoy hago un esfuerzo por evocar una esperanza que yace atada y dormida en mi alma. Trato de darle cuerda a este corazón para poder llegar a mañana, faltan minutos. Busco una esperanza, la busco y no sé, de pronto, qué quiero. Me valdría mucho tener conmigo el cuaderno con mi poesía que presté.
Hay palabras que quieren salir por mis ojos, palabras líquidas que quieren mojar mis mejillas furiosas. ¡Ahhhhhhh! No aguanto más este silencio de tus letras, no soporto estar sin saberla, sin estar seguro de nada; no soporto estar metido en este maldito agujero; no me perdono haber llegado a esta scima. ¡Basta! ¡Si quiere salir la palabra que salga! ¡No aguanto más!
Jadeo como exhausto. Silencio. Silencio.
Toca mi corazón y dame paz esta noche, dame de tu paz, Dios. La necesito más que nunca antes. Y a ti. Te necesito conmigo. En mí.
Mira las velas, Señor; mira conmigo, mira como se consumen. Son sólo relojes de cera que me dan horas exactas. Mira las velas. Disfrutemos juntos y que este momento dure una eternidad.